Después de varios minutos de charla, me hizo saber que me estaba dirigiendo a ella con un nombre que no era y muerto de pena le pedí disculpas. Seguimos hablando un poco más y nuevamente me volví a equivocar, lo que hizo que ella se marchara enojada, todavía siento pena, pero más pena siento que a pesar de todo, todavía no puedo recordar su nombre verdadero.
Fin.
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