600 - La hija del cura.

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 24, 2012 |
Todos los hombres del pueblo conocían el secreto que escondía la hija del cura debajo de su hábito, porque todos ellos habían sido víctima de sus encantos y habían caído en las garras de tal ‘diabólica mujer’ como le decían ellos.

La hija del cura era muy peculiar, a ella le gustaba jugar; pero al mismo tiempo defendía fervientemente sus creencias, y es por eso que todos los hombres del pueblo habían sido avergonzados por ella, porque cuando se la llevaban a la cama y le levantaban el hábito, se encontraban con un cinturón de castidad de plata y antes de que pudieran decir o hacer nada ella gritaba muy indignada:

- ¡Pecador! ¡Te quemarás en el infierno, pecador, por tratar de aprovecharte de una persona inocente como yo!

Fin.

599 - Las reglas se hicieron para romperse.

Sir Helder Amos | viernes, septiembre 21, 2012 |
- ¡hey, hey, hey! ¿Qué estás haciendo?
- Recogiendo esta galleta que se me cayó hace un momento.
- Ya veo; pero no puedes hacer eso, esa galleta se te cayó como hace diez segundos, y tu conoces la regla de... - pero antes de que hubiera terminado de hablar, él ya se había comido la galleta.

Fin.

598 - El príncipe tímido.

Sir Helder Amos | jueves, septiembre 20, 2012 |
- ¡Espera, espera, espera! Antes de que me beses, por favor, ¿podrías traerme un poco de ropa? es que... cuando me transforme en humano voy a quedar desnudo y no quiero que me veas así hasta nuestra noche de bodas - le dijo el sapo, apenado, a la princesa.

FIN.

597 - 17 de febrero de 1978: El día que nevó en el desierto del Sahara.

Sir Helder Amos | martes, septiembre 18, 2012 |
- Y si tú pierdes, tendrás que hacer nevar en el desierto del Sahara - Le dijo el padre tiempo a la madre naturaleza.

Fin.

596 - Un matrimonio lleno de mentiras.

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 17, 2012 |
Un par de semanas después de haberse divorciado, decidió vender el anillo de diamantes que su ex esposo le habia regalado para comprometerse; pero cuando fue a la joyería y en ésta le dijeron que el anillo estaba hecho de diamantes falsos, no se sorprendió en lo absoluto.

Fin.

595 - Uno sabe cuando encuentra a su amor verdadero.

Sir Helder Amos | sábado, septiembre 15, 2012 |
- ¿Cómo así que terminaste con tu novo?
- Sí, descubrí que yo no era su amor verdadero.
- ¿Qué? ¿Cómo así? ¡Si ustedes dos se llevaban muy bien juntos! ¿Cómo puedes saber que no eres su amor verdadero si solo llevan saliendo un par de semanas?
- Sí, yo no soy su amor verdadero, verás, el otro día cuando estabamos hablando por teléfono yo me tenía que ir y me despedí de él, y él me dijo "chao"; pero no colgó, y yo tampoco colgué, y él me dijo "cuelga tú" y yo le dije: "no, cuelga tú" y así de la nada me colgó, así que lo llamé de nuevo y le dije: "Terminamos" y desde entonces me ha estado llamando y escribiendo pero yo no lo he contestado las llamadas ni escrito de vuelta, no quiero saber nada de él.

Fin.

594 - El precio de salvar una vida.

Sir Helder Amos | jueves, septiembre 13, 2012 |
La ambulancia iba manejando como loca, a toda velocidad, sonando su sirena y haciendo que todos los carros enfrente de ella se lanzaran a los lados para darle paso, porque dentro de ella, llevaba una persona al borde de la muerte a la cual no quería perder; pero detrás de ella, había dejado tres muertos y dos heridos al causar un accidente automovilistico.

Fin.

593 - La prueba del sensei.

Sir Helder Amos | jueves, septiembre 13, 2012 |
Había una vez un Gran Sensei que era famoso por entrenar a los mejores peleadores de artes marciales, y por eso, todos querían ser entrenados por él; pero muy pocas madres pasaban la prueba secreta que el Sensei les hacía para poder admitir a sus hijos en su academia, porque él pensaba que para ser un gran peleador de artes marciales, había que tener la aptitud para ello desde antes del nacimiento.

- Y, digame Señora, ¿Como era su hijo cuando estaba en su vientre? ¿Tranquilo? ¿O se movía mucho y le daba muchas patadas?

Fin.

592 - Solo un poco mareado.

Sir Helder Amos | martes, septiembre 11, 2012 |
- ¿Estás bien?
- Si, si, estoy bien, yo solo estoy... Un poco mareado - dijo mientras se ponía su mano frente a sí y veía que tenía quince dedos.

Fin.

591 - El baño dorado.

Sir Helder Amos | domingo, septiembre 09, 2012 |
En su casa, ella tenía un baño dorado, donde  todo estaba hecho de oro puro, desde la ducha hasta el lavabo; así que cada vez que se encontraba lejos de casa y necesitaba ir al baño, exclamaba con tristeza: "¡Ojala tuviera mi baño dorado!" ante el baño sucio y, quizás, blanco en el que tenía que hacer sus necesidades, sin saber, que al hacer tal comentario hacía que las personas más perversas volteran la cabeza para observarla mejor y lanzarle una mirada viciosa.

Fin.

590 - El hacker con problemas de manejo de ira.

Sir Helder Amos | miércoles, septiembre 05, 2012 |
Al no poder dar con el código para desbloquear el ordenador, sacó un martillo de su maletín y lo hizo pedazos.

Fin.

589 - El ladrón.

Sir Helder Amos | lunes, septiembre 03, 2012 |
La Reina estaba paseándose por el pueblo asegurándose de que todo estuviera bien, cuando de pronto vio a a un joven  hermoso, blanco como la nieve, de ojos azules y cabellos marrones, y casi sin aliento, la Reina, se detuvo en seco, señaló al joven y gritó:

- ¡Arrestelo! ¡Arrestenlo y cortenle ambas manos por ladrón!
- Pero, mi Reina, yo no he robado nada, yo solo soy un humilde plebeyo - se denfendió el joven ante tal acusación.
- No seas mentiroso ¡Ladrón! Que hace tan solo un segundo, que posé mis ojos en tí, he sentido que has robado mi corazón.

Fin.

588 - Shampoo: Evite el contacto con los ojos.

Sir Helder Amos | sábado, septiembre 01, 2012 |
Un día, no sé porqué, decidí video-grabarme mientras me bañaba, y cuando ví la cinta, quedé horrorizada de ver que todos mis temores eran realidad, porque cuando cerraba los ojos para aplicarme el shampoo, una sombra alta se materializaba detras de mi, acercaba su cabeza hacía la mia y respiraba hondo, oliendo mi cabello; y cuando abría los ojos después de enjuagarme el shampoo, la sombra desaparecía tan rápido como había aparecido, como si fuera humo desvaneciendo en el aire, y luego, cuando repetí, vi la sombra aparecer nuevamente...

Todos estos años... mi miedo de cerrar los ojos para aplicarme el shampoo...

Fin.