1384 - El Demonio Confundido.

Mientras Satán hacía su inspección rutinaria por todas las celdas del infierno, se quedó plasmado al sorprender a uno de sus más leales demonios parado frente al espejo probándose unas alas blancas (un poco ensangrentadas) en su espalda.

- ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO? -bramó Satán, emitiendo fuego por todo su cuerpo.
- ¡Oh! ¡Mi señor! ¡Nada, nada! ¡Se lo prometo! -exclamó el demonio, pegando un brinco y tratando de esconder las alas de la vista de su amo. 
- ¡NO ME MIENTAS, QUÉ TE VI! 
- Eh.. está bien, mi-mi señor -balbuceo el demonio, mostrándole las alas-. Les arranqué estas alas a una paloma para ver cómo me quedaban -admitió, el demonio, muy apenado. 
- ¿POR... ? -empezó a rugir Satán, sin embargo, al ver lo aterrado que estaba el demonio, tomó un respiro, y se calmó un poco-. ¿Por qué? -le preguntó, más gentilmente. 
- No lo sé, mi señor, desde la última vez que regresé de la tierra no me siento seguro de mi mismo, -empezó a confesar el demonio-, porque todo salió mal, el alma del joven mago con el que había hecho un trato me la robo una chica que se enamoró de él, ella con su amor rompió nuestro pacto, y me dijo algo... me dijo algo, que me dejó muy confundido. 
- ¿Qué fue lo que te dijo? -inquirió Satán, completamente calmado e interesado en el relato del demonio. 
- Pues, me dio las gracias y me dijo que si no hubiera sido por mí, ella nunca hubiera conocido al joven mago y que a pesar de que yo era un demonio, era un demonio bueno... Eso me dijo... Pero todos los demonios somos malos o debemos ser malos, ¿no?... los demonios buenos no existen, bajo su premisa, entonces, yo sería un... ¿ángel? -concluyó el demonio, mostrándole las alas de paloma que sostenía en sus manos y alzando los hombros.
- ¡Vaya! -soltó Satán asombrado y, entrando a la celda del demonio, selló la puerta con fuego tras de él-. Creo que ha llegado el momento...
- ¡No! ¡Por favor, mi señor! ¡No me castigue! ¡Le prometo que no volverá a pasar! -lo interrumpió el demonio, suplicándole y arrodillándose ante él.
- ¡Cállate y párate, inútil! - bramó Satán- ¡No me interrumpas! Ha llegado el momento de que sepas la verdad...

Fin.

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