1206 - La Broma en el Cementerio.

Ese viernes, todos en la escuela notaron la ausencia de Mateo y se preocuparon mucho, porque además de ser el chico más alto. musculoso y guapo, gracias a su abundante cabellera negra y brillantes ojos marrones; lo que había sucedido la noche anterior había llegado a los oídos de todos y, al no verlo en las primeras clases del día, la creencia de que un ser demoníaco lo había poseído se intensifico y aterró hasta a los profesores.

El día anterior, los chicos más valientes de la escuela, liderados por Mateo, habían decidido pasar la noche en el cementerio del pueblo para probar su valentía, pero según los rumores, todo había salido mal, porque además de molestar el descanso eterno de los muertos con sus bromas y carcajadas, a lo que la luna brilló en su punto más alto en el cielo, los jóvenes sacaron un tablero de la ouija y se conectaron con el más allá.

Mateo, que era el más fuerte de todos, había sido el precursor de esta idea, pero tan pronto todos los chicos habían colocados sus dedos sobre el visor del tablero. Mateo se elevó en el aire y se empezó a retorcer mientras sus boca pronunciaba unas palabras en un idioma ininteligible al mismo tiempo que vomitaba un extraño líquido morado, para después caer inconsciente sobre una de las tumbas.

Al ver esto, todos los jóvenes salieron corriendo, despavoridos, para regresar a sus casas. Sin embargo, tan pronto salieron del cementerio, los chicos acordaron que no podían dejar a Mateo allí toda la noche, así que regresaron por él, pero sin importar cuanto buscaran no lo encontraron por todo el lugar.

De tal forma la ausencia de Mateo ese viernes en la escuela los preocupó a todos y desearon fervientemente que el chico apareciera y les dijera que todo había sido una broma, como había dicho la novia de Mateo al escuchar, entre carcajadas, al resto de los chicos contar su historia.

Sin embargo, durante el recreo, Mateo llegó a la escuela, sorprendiendo a todos, porque el joven había llegado pálido, flacucho, con todo sus cabellos blancos, una mirada apagada y un rostro inexpresivo.

Al verlo, su novia corrió a él y le dio un beso en la mejilla.

- ¡Ay, estás frío! -chilló, abrazándolo-. Diles, amor, que lo de ayer en el cementerio fue una broma, porque todos estos chicos están muertos de miedo por lo sucedido.
- Sí -aseguró Mateo, sin demostrar una pizca de sentimiento en su fría voz-. Todo fue una broma.

Fin.

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