Si tu conocieras a mi esposa, pensarías, al igual que todo el mundo que la conoce, que es el ser más adorable y tierno del planeta, y que ella sería incapaz de matar a una mosca; y bueno, no me puedo quejar de que piensen eso de ella, porque mi esposa es realmente amable y cariñosa; hasta que me ve hablando con otra mujer, y ahí la cosa si se pone fea, muy fea, tan fea que hasta he perdido la cuenta de cuantos cadaveres hemos enterreado a escondidas en el patio de la casa.
Fin.
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