1224 - La Pérdida del Mejor Amigo.

Sir Helder Amos | jueves, junio 14, 2018 |
A mitad de la noche, el perro del Sr. Rodriguez despertó a toda la casa aullando melancólicamente, mientras rasguñaba, con brío, la puerta de entrada intentando salir.

- ¡Cállate perro! -gritó la Sra. Rodriguez, .

Lo que hizo que el ama de llaves saliera de su habitación, corriendo, para tratar de calmarlo. Pero sin importar cuanto intentara, el perro no dejaba de aullar.

- Señora, ¡no puedo calmarlo! ¿Cuando vuelve el Señor del hospital? A él es el único que este maldito perro obedece.
- No lo sé -respondió fríamente la dama, llevándose ambas manos a la cabeza para frotarse la frente.

En ese preciso instante, repicó el teléfono, y la  Sra. Rodriguez, a pesar de su jaqueca, corrió a la cocina para atenderlo.

- ¡Abre la puerta! -ordenó la mujer, un minuto más tarde, regresando de la cocina tan pálida como un fantasma-. ¡Déjalo ir!
- Pero, señora, ¡se escapará!
- No importa -sentenció la Sra. Rodriguez, rompiendo en llanto-. Al fin y al cabo él nunca volverá.

Al escuchar esto, el perro aulló aún más fuerte y, cuando el ama de llaves le hubo abierto la puerta, casi la tumba al salir corriendo de la casa para perderse en la oscura noche. El cual, al igual que su amo, más nunca volvió.

Fin.

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1223 - El Aviso de la Muerte.

Sir Helder Amos | miércoles, junio 13, 2018 |
Antes de que comenzara el verano, la Muerte aprovechó las últimas mañanas brumadas de primavera para dejar, por todas las playas de la costa, anuncios que decían:

" Cuidado Tiburones"
"Aguas Peligrosas"
"Ponga Atención a sus Niños"

Porque odiaba el agua y, este año, quería evitar a toda costa tener que mojarse para cumplir su trabajo.

Fin.

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1222 - El Final del Rey Clemente.

Sir Helder Amos | domingo, junio 10, 2018 |
Había una vez un Rey que era muy piadoso, así que todo los criminales del reino lo amaban porque más de una vez los había salvado de perder la cabeza por las fechorías que había cometido.

Pero un día, mientras el Rey esperaba en su sala de audiencias a que el próximo sentenciado a muerte entrara a pedirle clemencia, encontró una pequeña abeja zumbando en el reposa-brazo de su trono. Así que el Rey se quitó una de sus zapatillas y la alzó en el aire para matar a la inofensiva abeja. Sin embargo, al recordar lo clemente que era, se detuvo y la espantó de su trono, dejándola vivir.

Minutos más tarde, un sentenciado a muerte por espionaje entró en la sala de audiencias y le rogó al Rey que tuviera compasión él y le perdonara la vida.

El Rey, movido al ver las lágrimas en los ojos del sentenciado y su tono de voz desesperado, asintió con la cabeza, pero justo antes de expresar su veredicto, sintió una aguda punzada en su brazo, seguida de un fuerte dolor. Pegando un grito de dolor, el Rey se palmeó con la otra mano el lugar donde había sentido la punzada y, al levantarla, se sorprendió al encontrar a la abeja, aplastada, en la palma de su mano.

- No -sentenció el Rey, sacudiendo la cabeza y mirando con desprecio al espía, como si este hubiera tenido la culpa de su infortunio, mientras se sobaba el brazo-. ¡Basta de tanta clemencia!

De tal forma, el hombre fue ahorcado y al verlo guindando desde el cadalso el Rey se sintió culpable, pero toda esa culpa se transformó en alegría cuando, unas semanas después, el macabro y dable plan que el espía tenía para matarlo fue descubierto.

Fin.

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1221 - Sueños y Pesadillas.

Sir Helder Amos | viernes, junio 08, 2018 |
De pronto, aquella niña de cabellos dorados y brillantes ojos de distinto color: uno azul y el otro dorado, se me acercó y me susurró al oído: "Si me das tu pedazo de pastel haré todos tus sueños realidad".

Sin poder negar semejante propuesta, coloqué la cucharilla en el plato y se lo di, pensando en todas las riquezas, viajes y amores que tendría si la niña cumplía su promesa.

La niña sonrió, tronó los dedos y cumplió su palabra, pero no fue lo que imaginé, porque fueron mis sueños, aquellos que tenía mientras dormía los que se hicieron realidad. Así que el hermoso unicornio con el que siempre soñaba apareció a mi lado y comenzó a combatir con la gigantesca araña de mis pesadillas, hasta que me desperté agitado y bañado en sudor.

Fin.

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1220 - Adultez Temprana.

Sir Helder Amos | domingo, junio 03, 2018 |
Súbitamente, tras el regaño de sus padres, el niño soltó su pelota favorita y más nunca volvió a jugar.

Fin.

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1219 - El Despertar con el Canto de las Aves.

Sir Helder Amos | domingo, mayo 27, 2018 |
Huu-Huu 🦉

🦉 Huu-Huu

🦉 Huu-Huu 🦉

Al escuchar el ulular de los búhos resonar por todo el castillo, el vampiro abre lentamente su ataúd y se se estira medio dormido.

Fin.

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1218 - Chapada en Oro.

Sir Helder Amos | sábado, mayo 26, 2018 |
Dicen que las cosas se parecen a su dueño. Así que no era una sorpresa que aquella mujer tan bella y superficial, pero tonta y vacía, se conformara con que sus joyas falsas estuvieran chapadas en oro. Porque, al igual que ella, brillaban de todas maneras y nadie podía notar la diferencia, a menos que las tuvieran muy de cerca.

Fin.

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1217 - La Maldición del Príncipe Vanidoso.

Sir Helder Amos | miércoles, mayo 23, 2018 |
Había una vez un Príncipe que era tan hermoso que todo el mundo lo veneraba por su belleza, así que el joven se tornó muy vanidoso y, pronto, impuso la regla de atender en su castillo solo a aquellos que aclamaran su beldad.

Un día, una hermosa bruja, que recién había llegado al reino, visitó el castillo del Príncipe para ponerse a sus órdenes, pero como no conocía el método del quisquilloso joven monarca, no se molestó en halagarlo al verlo, porque se imaginó que éste debía de estar aburrido de que todos le dijeran lo hermoso que era.

Sin embargo, el Príncipe, ofendido y enfurecido al no recibir su halago, expulsó a la bruja del castillo. Así que la bruja, confundida por la misteriosa reacción del Príncipe, cambió de forma y se convirtió en una viejita horrorosa para volver a intentarlo.

Una vez más, la bruja visitó al Príncipe y, al no alabar su belleza, fue expulsada del castillo, de nuevo, sin saber por qué. Hasta que el guardia que la escoltó hacia la salida, le aconsejó con un susurro: "Estimada señora, la próxima vez que venga al castillo, no olvide proclamar la belleza de nuestro Príncipe ante su presencia para que este pueda atenderla".

Horrorizada por la vanidad de aquel Príncipe tan apuesto, la bruja decidió enseñarle una lección y, cambiando de forma, esta vez por un joven aldeano, volvió a visitarlo.

Al entrar al castillo, el joven proclamó la beldad del Príncipe y, tal como le había dicho el guardia, este lo atendió inmediatamente. Así que cuando estuvieron a solas, la bruja retomó su verdadera y hermosa forma frente a los ojos del joven monarca y, reprimiéndolo por lo vanidoso que era, lo convirtió en una rana.

- ¡Y solo podrás volver a ser humano si una princesa de buen corazón te da un beso! -concluyó la bruja su maldición.
- ¡No! ¡Por favor! ¡No sea tan cruel! -suplicó el Príncipe, convertido en rana-. ¡Me veo horrible! ¡Por favor tenga piedad! ¡Concédame al menos una pequeña petición!.
- ¿Cuál? -inquirió la bruja, con desdén, considerando volver a convertirlo en humano si se lo pedía con humildad.
- Por favor, no me deje convertido en una rana verde y asquerosa -suplicó el Príncipe-. Por lo menos, conviértame en un especie de rana hermosa, de brillantes colores y esplendor.
- ¿Estás seguro de eso? -le preguntó la bruja, sorprendida por su vanidosa petición-. ¡Eso sellará tu destino!
- ¡Sí, estoy seguro! ¡Por favor! ¡Se lo ruego!

La bruja, entonces, convirtió al Príncipe en una hermosa y brillante rana dorada y se lo llevó a un pantanoso estanque lleno de ranas para que viviera entre los suyos.

Sin embargo, al ser la única rana dorada del estanque, el Príncipe estaba convencido de que, gracias a su hermoso color,  llamaría la atención de cualquier princesa que pasara por allí y rompería la maldición.

Ese mismo día, una joven Princesa, que siempre había soñado con vivir un cuento de hadas, visitó el estanque y empezó a besar todas las ranas con la esperanza de encontrar a su príncipe de ensueño convertido en una.

De tal forma, cuando el Príncipe vio esto, dio un gran salto desde el fondo del pantanoso estanque hasta los pies de la Princesa para que esta rompiera la maldición. Pero, tan pronto la Princesa vio a la rana dorada a sus pies, recordó la advertencia de su tutor de biología y salió corriendo, gritando despavorida.

Y el Príncipe, a pesar de ser la rana más bella del estanque, tuvo que pasar el resto de su vida solo, porque tanto las ranas, como los otros animales, se alejaban de él debido a su hermoso, brillante y característico color dorado.

Fin.

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1216 - Vacante Ocupada.

Sir Helder Amos | domingo, mayo 20, 2018 |
Tenía la dirección correcta, porque a las 3:33 a.m. apareció una misteriosa puerta en el fondo de aquel obscuro callejón abarrotado de basura. Así que sin perder ni un segundo, aparté la basura de mi camino y entré por ella sin ni siquiera tocar.

Me encontré en una pequeña habitación completamente pintada de negra, que tenía como única decoración un crucifijo invertido en la pared del fondo y, debajo de este, un  gran trono, dorado y rojo, donde estaba sentado un pálido jovencito como de 15 años, de cabellos dorados que le llegaban hasta los hombros y que estaba vestido con una holgada, casi transparente, bata blanca.

- ¡Al fin te encontré! - le dije, sorprendido de ver a alguien tan joven y hermoso en aquel lugar.
- ¿Y para qué me buscas? -me espetó el chico, obviamente enojado, mientras se quitaba el pelo de la cara para mirarme con sus peculiares ojos, porque uno era celeste como el cielo, mientras que el otro dorado como el oro.
- Me han dicho que puedes concederme mi más profundo deseo.
- Sí, pero sabes cuál es el precio, ¿no?
- Sí y estoy dispuesto a pagarlo -le afirmé, parándome muy recto.
- Muy bien, hagámoslo -dijo el chico, sonriendo malévolamente.

Parándose sobre su trono, el chico dio un gran salto y cayó justo en frente de mí. Luego, me sorprendió agarrándome fuertemente con una mano por mis mejillas y, apartándose el pelo de la cara con la otra, me obligó a verlo directo a sus heterocromáticos y hermosos ojos.

No había pasado ni un segundo cuando su hipnotizante mirada me cautivo y me transportó, porque sentí que el pequeño cuarto negro se tornaba a cuadros monocromáticos, mientras que él escudriñaba dentro mi alma.

- No buscas dinero -susurró el chico, mientras una lluvia de billetes caía a mi alrededor.
- No buscas amor -continuó, y esta vez sentí como una terrible mano me arrancaba el corazón y lo tiraba a un lado.
- ¡Y tampoco buscas felicidad! -añadió, mientras un par de mariposas se escaparon volando de mi interior por el agujero que me había dejado en el pecho.
-Lo que buscas es...

Con el ceño fruncido y una mirada asqueada, el joven me soltó bruscamente y me escupió en la cara. Lo que me regresó a la realidad y al pequeño cuarto negro.

- Escúchame bien. Nunca, NUNCA, vas a poder ser cómo yo -bramó el chico, agarrándome con su increíble fuerza por la camisa y echándome del cuarto.

Fin.

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1215 - El Pajarito Impaciente.

Sir Helder Amos | jueves, mayo 17, 2018 |
- ¿Ya puedo salir, papá? -preguntó el pajarito amarillo.
- No –le respondió el Padre Tiempo.
- ¿Ya puedo salir, papá? –preguntó de nuevo, un minuto más tarde.
 - Te dije que no.
- ¿Y ahora? ¿Ya puedo salir, papá? –volvió a preguntar, otro minuto más tarde.
- No, todavía no.

De tal forma, el pajarito hizo la misma pregunta una y otra vez, obteniendo siempre una negativa como respuesta, pero al preguntar por sexagésima vez:

- ¿Ya puedo salir, papá?
- Sí, ahora sí, ¡sal! ¡rápido! –le ordenó el Padre tiempo, con brío.
- ¡Siii! –festejó el pajarito, saliendo apresuradamente por las puertecitas que lo mantenían encerrado-. ¡Cú-cú! ¡Cú-cú! ¡Cú-cú!

Fin.

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1214 - Amor Inolvidable.

Sir Helder Amos | martes, mayo 15, 2018 |
Después de que me dejó y vi mi cuerpo desnudo frente al espejo, fue que mi cuenta de lo tonta que había sido al caer en su juego; porque entendí que todas las cicatrices que me habían quedado de las cientos de veces que él, por diversión y morbo, apagó sus cigarrillos en mi cuerpo siempre me lo recordarían.

Fin.

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1213 - El Castillo de Naipes.

Sir Helder Amos | jueves, mayo 10, 2018 |
A pesar de que siempre se la mantenía alardeando y diciéndose a sí mismo: “soy bello, soy fuerte y el mejor de todos”, se le podía derribar fácilmente con cualquier comentario que arrastrara a sus oídos la más suave ventisca.

Fin.

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1212 - El Secreto de las Pirámides.

Sir Helder Amos | martes, mayo 08, 2018 |
Montañas de arena caliente al este y al oeste se levantaban imponentes, rodeándolo por todos lados sin dejarle ninguna salida.

Estaba seguro de que se convertiría en una victima más del desierto, hasta que una sombra apareció por el horizonte.

- ¿Estás perdido? -le preguntó el hombre barbudo de piel curtida, desde la altura de su camello.
- Sí, señor, perdí el rumbo -respondió el explorador- ¿Tiene un poco de agua?
- ¡Toma! -le dijo, lanzándole una cantimplora-. ¿A dónde ibas?
- A las pirámides, señor.
- ¿Para qué? -inquirió el hombre, perspicazmente.
- Verá, señor, soy un explorador y creo que he descubierto el secreto que esconden las pirámides.

El hombre bajó del camello de un salto y acercándose mucho al explorador, le susurró al oído:

- Ese es un secreto muy peligroso.
- Lo sé, señor, pero estoy dispuesto a arriesgar mi vida por desvelar toda la verdad.
- ¡Qué bueno saber eso!

Luego, en un abrir y cerrar de ojos, el hombre sacó su filosa espada y mutiló al explorador hasta que no quedó nada de él. Y solo fue una cuestión de horas, antes que, gracias al fuerte viento del desierto, la amarilla arena de las montañas que lo rodeaban cubrieran sus restos como si también estuvieran protegiendo el secreto de las pirámides.

Fin.

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