Sin embargo, la bruja no tomó en cuenta el efecto que los siete enanitos, quienes llevaban años viviendo en el bosque, alejados de toda sociedad y progreso, habían tenido en la hermosa princesa desde que empezó a vivir con ellos.
- ¡Toma, querida, te regalo esta deliciosa manzana por ayudar a esta pobre y humilde viejecita! -le ofreció la bruja disfrazada, tras pedirle a Blanca Nieves un poco de agua.
- ¡Oh, no, no, no es necesario! -la rechazó la princesa, que ahora usaba unas gigantescas gafas de pasta negra-. Solo haberla ayudado me hace muy feliz.
- No me desprecies, querida, a mi me haría muy feliz verte comer mi manzana, por favor acéptala y haz a esta pobre viejecita feliz -insistió la bruja.
- Muy bien, la aceptaré, pero solo para hacerla feliz -aclaró la princesa, y tomó la manzana en sus manos y se la llevó lentamente a la boca. La manzana era realmente hermosa y enorme, su color rojo vivo era impresionante y su aroma tan fuerte como un perfume.
La bruja miraba como Blanca Nieves se llevaba la manzana a la boca con intensidad e impaciencia, y casi había empezado a celebrar cuando la hermosa princesa se detuvo y se puso a observar mejor la fruta.
- ¡Qué manzana tan peculiar!
- ¡Sí, querida, y se ve deliciosa, vamos, pruébala! -insistió la bruja.
- No lo sé, siento que algo no anda bien...
- ¡Tonterías, querida, es la mejor manzana que he conseguido!
- Por eso mismo, es tan... perfecta... -continúo Blanca Nieves-. Esto no está bien, ¿Esta manzana es orgánica?
- ¿Ah? -preguntó la bruja confundida.
- ¡Lo sabía! ¡Esta manzana debe ser genéticamente modificada! -aclaró Blanca Nieves-. Los siete hombrecitos me han hablado y alarmado mucho sobre esto, ahora las frutas las alteran genéticamente para producirlas en masas, y también me han dicho que para que no tengan detalles y los insectos no las arruinen usan muchos pesticidas que son dañinos para la salud.
- ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? -repitió la bruja, todavía confundida.
- Sí, los siete hombrecitos me han enseñado a comer solo frutas orgánicas, naturales... -siguió explicando Blanca Nieves, dejando la manzana envenenada en la cesta que llevaba la bruja y, tras rebuscar en ella, sacó del fondo una manzana pequeña, de opaco color y toda golpeada-. ¡Cómo está! Esta se ve más natural, menos provocativa, cierto, pero más sana y mejor para el cuerpo.
- ¿Te han dicho eso los enanos? -le preguntó la bruja, con una extraña expresión en su rostro.
- Sí, ¡pero no los llames así, eso es ofensivo! -reclamó Blanca Nieves -. He aprendido mucho de los siete hombrecitos, como por ejemplo, ¿ves esos trazos en el cielo? - señaló Blanca Nieves-, ellos me enseñaron que esos son trazos químicos que hacen que nos enfermemos y que...
- ¡Muchas gracias por todo, querida! -la interrumpió la bruja súbitamente-. Pero acabo de recordar que me tengo que ir. ¡Hasta pronto! -se despidió, agarrando su cesta de manzanas y alejándose de la casa de los siete enanitos a toda velocidad sin ni siquiera voltear para ver a Blanca Nieves despedirla con la mano.
En su camino de regreso al palacio, a pesar de que su plan había fallado, la bruja, a medida que el hechizo que había usado para transformarse en una pobre viejecita se agotaba, se sintió muy segura de sí misma y de su belleza porque, aunque Blanca Nieves era la más bonita del todo reino, no representaba competencia ni peligro alguno porque se había convertido en una loca de remate.
Fin.
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