1382 - Blanca Nieves y la Manzana Orgánica.

Cuando la poción de la muerte dormida estuvo lista, la bruja se aseguró de seleccionar la manzana más grande, roja y provocativa, para envenenarla y que la pobre princesa no pudiera resistirse a aquel fruto que una vez fue prohibido. 

Sin embargo, la bruja no tomó en cuenta el efecto que los siete enanitos, quienes llevaban años viviendo en el bosque, alejados de toda sociedad y progreso, habían tenido en la hermosa princesa desde que empezó a vivir con ellos. 

- ¡Toma, querida, te regalo esta deliciosa manzana por ayudar a esta pobre y humilde viejecita! -le ofreció la bruja disfrazada, tras pedirle a Blanca Nieves un poco de agua. 
- ¡Oh, no, no, no es necesario! -la rechazó la princesa, que ahora usaba unas gigantescas gafas de pasta negra-. Solo haberla ayudado me hace muy feliz. 
- No me desprecies, querida, a mi me haría muy feliz verte comer mi manzana, por favor acéptala y haz a esta pobre viejecita feliz -insistió la bruja. 
- Muy bien, la aceptaré, pero solo para hacerla feliz -aclaró la princesa, y tomó la manzana en sus manos y se la llevó lentamente a la boca. La manzana era realmente hermosa y enorme, su color rojo vivo era impresionante y su aroma tan fuerte como un perfume. 

La bruja miraba como Blanca Nieves se llevaba la manzana a la boca con intensidad e impaciencia, y casi había empezado a celebrar cuando la hermosa princesa se detuvo y se puso a observar mejor la fruta. 

- ¡Qué manzana tan peculiar! 
- ¡Sí, querida, y se ve deliciosa, vamos, pruébala! -insistió la bruja. 
- No lo sé, siento que algo no anda bien...
- ¡Tonterías, querida, es la mejor manzana que he conseguido!
- Por eso mismo, es tan...  perfecta... -continúo Blanca Nieves-. Esto no está bien, ¿Esta manzana es orgánica? 
- ¿Ah? -preguntó la bruja confundida.
- ¡Lo sabía! ¡Esta manzana debe ser genéticamente modificada! -aclaró Blanca Nieves-. Los siete hombrecitos me han hablado y alarmado mucho sobre esto, ahora las frutas las alteran genéticamente para producirlas en masas, y también me han dicho que para que no tengan detalles y los insectos no las arruinen usan muchos pesticidas que son dañinos para la salud.
- ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? -repitió la bruja, todavía confundida. 
- Sí, los siete hombrecitos me han enseñado a comer solo frutas orgánicas, naturales... -siguió explicando Blanca Nieves, dejando la manzana envenenada en la cesta que llevaba la bruja y, tras rebuscar en ella, sacó del fondo una manzana pequeña, de opaco color y toda golpeada-. ¡Cómo está!  Esta se ve más natural, menos provocativa, cierto, pero más sana y mejor para el cuerpo. 
- ¿Te han dicho eso los enanos? -le preguntó la bruja, con una extraña expresión en su rostro.
- Sí, ¡pero no los llames así, eso es ofensivo! -reclamó Blanca Nieves -. He aprendido mucho de los siete hombrecitos, como por ejemplo, ¿ves esos trazos en el cielo? - señaló Blanca Nieves-, ellos me enseñaron que esos son trazos químicos que hacen que nos enfermemos y que...
- ¡Muchas gracias por todo, querida! -la interrumpió la bruja súbitamente-. Pero acabo de recordar que me tengo que ir. ¡Hasta pronto! -se despidió, agarrando su cesta de manzanas y alejándose de la casa de los siete enanitos a toda velocidad sin ni siquiera voltear para ver a Blanca Nieves despedirla con la mano. 

En su camino de regreso al palacio, a pesar de que su plan había fallado, la bruja, a medida que el hechizo que había usado para transformarse en una pobre viejecita se agotaba, se sintió muy segura de sí misma y de su belleza porque, aunque Blanca Nieves era la más bonita del todo reino, no representaba competencia ni peligro alguno porque se había convertido en una loca de remate. 

Fin.

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