1374 - Los Malos Consejos de una Prostituta

Cuando la prostituta entró al baño para arreglarse el seno que se salía por el escote y retocarse el maquillaje que se le había chorreado de tanto sudar mientras bailaba en el tubo, se sorprendió al encontrar en el piso a una mujer llorando desconsoladamente.

- ¡Querida, ¿qué te pasa?! -le preguntó, tirando su maquillaje a un lado y lanzándose al piso junto a la extraña para abrazarla, - ¡¿Qué tienes?! ¿Qué te pasó?
- Nada, es solo que odio mi vida y no lo soporto más -confesó la extraña, sollozando-. Mi marido me es infiel, odio mi trabajo, siempre estoy sola en mi casa y no puedo mas, odio mi vida.
- ¡Ay, querida, lo siento mucho! -trató de consolarla la prostituta, sobándole la cabeza y desbaratándole el copete que tenía-. Mira, yo sé que no te conozco, pero por lo que me cuentas estás siendo infeliz por elección propia.
- ¿Qué dices?... ¡No entiendes!
- Sí entiendo, y entiendo perfectamente, tú tienes en tus manos la opción de ser feliz, si tu esposo te es infiel y eso te hace infeliz, pues divórciate y búscate un hombre que te respete. Si tu trabajo te hace infeliz, pues renuncia y búscate un trabajo que te guste así no sea tan oneroso, y con eso, a medida que empieces a ser más feliz con tu vida, empezarás a disfrutar incluso de la soledad.
- No es tan fácil...
- Sí, sí lo es, solo tienes que ajustarte bien la falda y hacer lo que sea mejor para ti -continuó la prostituta, pero mientras hablaba las puertas del baño se abrieron y tres mujeres bien copetudas entraron sin ser vistas ni oídas.
- ¿Sabes qué?... Tienes razón -acordó la extraña, secándose las lagrimas-. Si todo eso me hace infeliz... Tienes razón, dejaré a mi esposo y renunciaré a mi trabajo.
- ¡¡¡¿¿¿Qué???!!! -chillaron al unísono las tres mujeres que habían entrado.
- ¡Ay, amigas, están aquí! -exclamó la extraña al ver a las mujeres.
- ¿Cómo vas a dejar a tu marido? -le preguntó una.
- ¿Qué vas a hacer si renuncias a tu trabajo? -le preguntó otra.
- ¿Estás loca? ¿Qué va a decir la gente? -le preguntó la tercera.
- No sé... no había pensado en eso... yo solo quiero ser feliz y los consejos que esta mujer me está dando me parecen los más adecuados...
- ¡¡¡¿¿¿Y vas a seguir los consejos de una prostituta???!!! -exclamaron las tres al unísono.
- Yo... pues.. -balbuceó la extraña.
- Bueno... -empezó a decir la prostituta, soltando a la extraña y poniéndose de pie al escuchar todo esto-, yo solo te digo, querida... -continuó, mirándose en el espejo y arreglándose el seno que tenía fuera del escote-, que yo disfruto lo que hago y soy feliz en la vida.

Y sin decir más nada, la prostituta dio media vuelta y salió del baño, dejando a la extraña sola con sus tres amigas para que ellas le dieran mejores consejos que los que ella le había dado.

Fin.

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