1304 - El Bebecito de Mamá.

- ¡Eso era de él!, ¿Puedo...? -preguntó la dama vestida de negro, señalando y acercándose al delicado osito de peluche que estaba enredado en el alambre de púas que resguardaba la celda isolada de alta seguridad.
- No, señora, eso forma parte de la evidencia -respondió el oficial con un gruñido.
- ¿Sabe cómo llegó ahí?
- El prisionero lo lanzó desde su celda.
- ¿Por qué? ¿Qué pasó?
- Después de que el prisionero leyó la sentencia del juez, se volvió loco y empezó llorar, patalear y a auto agredirse. Fue horrible, sus gritos, el sonido de los golpes de su cabeza contra la pared...
- ¿Y por qué no lo detuvieron? ¡Él solo era un niño! -lo interrumpió la mujer, secándose las lágrimas con un pañuelo blanco.
- El prisionero tenía 37 años, señora, no era un niño. ¿Está segura de que es su familiar?
- Sí, soy su madre -respondió la dama, soltando un gemido-. ¿Por qué no lo detuvieron? -repitió-. Si alguien hubiera entrado en su celda se hubiera calmado y no se hubiera...
- El prisionero esperaba la muerte de todas maneras, señora,  así que no se haga muchas ilusiones, ¿o cree que los 307 asesinatos que cometió le serían perdonados?
- No lo sé, quizás, el era un buen niño -balbuceó la dama, mirando el osito de peluche con melancolía.

Fin.

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