Hizo una lista con todas las cosas buenas y malas que le habían pasado durante el año: sus logros y sus intentos fallidos, sus amores y desilusiones, sus miedos y esperanzas. Después de firmarla, minutos antes de que acabara el año, escribió la fecha con letras gigantescas y le prendió fuego.
De tal forma, recibió el año nuevo mirando como ardía y crujía su lista, poco a poco, en el flagrante fuego. Hasta que, de pronto, una ligera ventisca acarició sus largos cabellos y, cuando vio como el viento se llevaba las cenizas de sus recuerdos, se sintió como nueva.
Fin.
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