Cuando regresaba a casa, un señor se me acercó dicendome:
- Amigo, ¿me puede ayudar regalándome una moneda? es que mi hijo me robó todo el dinero que tenía en mi billetera y me quedé sin medio para pagar el pasaje para ir a trabajar.
Yo, escéptico de la situación, seguí caminando y me rehúse a ayudar al pobre hombre, pensando que quizás a todos les quitaba una moneda con tal garrafal historia; pero luego recordé mis pensamientos matutinos y allí, frente a mi, estaba la respuesta a las preguntas que mi mente se había formulado en su tiempo de ocio, así que me devolví hasta donde estaba el señor y le dí una moneda para que pagara su pasaje.
FIN.
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