1187 - La Pesadilla de Mamá Oveja.

Cuando la ovejita llegó de la escuela, la mamá oveja se alertó y se enojó muchísimo al ver que a su pequeña le había salido una gran mancha de pelaje negro en el pecho y, sentándola en un taburete, la regañó fuertemente para que le dijera toda la verdad.

- ¿Por qué me regañas? –replicó la ovejita-. ¡Yo no he hecho nada! –añadió, haciendo que la mancha de pelaje negro en su pecho se hiciera más grande.
- ¡No me mientas! –bramó la mamá oveja, enfurecida-. ¡Estás castigada hasta que me digas la verdad!

Sin embargo, la ovejita, creyéndose más inteligente que su madre al pensar que era imposible que ella descubriera la travesura que había cometido, siguió alegando que era inocente hasta que todo su pecho se tornó negro, lo que alertó aún más a mamá oveja y, tomando una medida desesperada para tratar de salvar a su hija,  no le quedó más remedio que encerrarla bajo llave en su habitación.

Minutos más tarde, mientras la mamá oveja estaba en la cocina preparando la cena, escuchó un vidrio romperse y, al asomarse por la ventana, vio como su hija se alejaba a toda velocidad por la colina al mismo tiempo que todo su pelaje se tornaba negro azabache. Lo que la hizo suspirar melancólicamente y lamentarse por no haber podido prevenir que su peor pesadilla se hiciera realidad.

Fin.

Moraleja: Una madre siempre sabe.

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