Cuando llegó a casa, encontró a su mamá y a su papá gritandose y discutiendo de nuevo; sin
perder ni un segundo, se sacó los audifonos del bolsillo de su chaqueta, los desenredó rápidamente, se los puso y, mágicamente, sus padres se desvanecieron en el aire junto con sus gritos y peleas, dejándolo solo en la casa con la paz y tranquilidad que escuchar su música favorita le proporcionaba.
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