690 - La carrera de la vida.

Estaba montado  en un potro  que corría sin freno hacía la meta final, cuando recordé como en mis días de juventud salía a cabalgar por el monte  hasta llegar al huerto, donde solía recoger una flor  de delicioso aroma, me detenía a mirar las nubes  y  acicalar el cabello de mi corcel, y recordé, también, que cuando regresaba a la ciudad,  lanzaba una  moneda a la fuente de la  plaza,  donde siempre me encontraba a una mujer  de piel amarilla  como un membrillo, a la cual yo  saludaba quitándome el sombrero, pero ella siempre me ignoraba, porque yo nunca había aparecido en el periódico  y esa era la clase de hombre que a ella le gustaba,  que se hubieran presentado en grandes teatros y que fueran famosos, porque ella quería vivir a lo grande, en un  edificio tan alto que tocara el cielo; pero luego volví a la realidad al escuchar al  público aclamar mi nombre por haber ganado la carrera y luego me tomaron una foto que saldría en la primera plana del diario vespertino, y me pregunté si aquella dama se acordaría de mi al ver mi rostro en la portada del periodico.

Fin.

Comparte este Post: