Aterrado, siguió las indicaciones que le dio el fantasma de su tatarabuelo y encontró emocionado un tesoro escondido, pensando que sería rico, abrió el cofre con mucho brío, pero en vez de monedas y lingotes de oro encontró kilos y kilos de sal pura y cristalina.
FIN.
Si te gustó este Microcuento, compártelo en tus redes sociales y suscríbete a mi Lista de Correos para recibir nuevos Microcuentos directamente en tu correo electrónico.