Parado al borde de la tabla, a un paso de caer al océano y convertirse en comida de tiburones, le rogaba a los piratas para que le dieran una oportunidad de salvarse, les decía, que se convertiría en su esclavo si era necesario; y cuando finalmente aceptaron sus plegarias y lo iban a dejar subir a bordo de nuevo, al dar el primer paso hacía el barco, la tabla se rompió.
FIN.
Si te gustó este Microcuento, compártelo en tus redes sociales y suscríbete a mi Lista de Correos para recibir nuevos Microcuentos directamente en tu correo electrónico.