Un par de días antes de su trigésimo cumpleaños, cuando la alarma de su reloj biológico empezó a sonar fragosamente, llamó a su hermana y se ofreció a cuidar a sus sobrinos esa tarde.
Al regresar a casa, toda despeinada, se lanzó sobre su cama y le dio un fuerte golpe a su reloj para que se callara, susurrando para sí misma "5 años más", antes de quedarse profundamente dormida por lo cansada que estaba.