>> Empecé a seguir el rastro del tesoro utilizando mi preciado detector, y cuando llegue a donde ella estaba tomando el sol, los beep se hicieron tan rápidos y fuertes que hacían la maquina vibrar en mi brazo.
- Disculpe, señorita, me da un permiso, creo que he encontrado un tesoro justo donde usted está.
>>Sonriendo y sonrojándose un poco, la bella joven movió su toalla y se apartó del lugar sin reprocharme mi intromisión en su baño de sol, diciendo: "Pero si encuentras algo me das la mitad ¡Eh!"
>>Pero, para mi sorpresa, cuando la hermosa joven se movió y escaneé el lugar donde ella estaba, mi detector no respondió, frunciendo el cejo, lo apagué, lo encendí de nuevo y lo volví a intentar, pero nada; luego, al ver a la bella joven sonriendo picaramente por la pena que mi detector me había hecho pasar, una idea se me vino a la cabeza y apunté mi maquina hacía ella, al hacerlo, el aparato empezó a vibrar y a sonar de nuevo.
- Disculpe, señorita; pero ¿Que va a hacer esta tarde? - le pregunté.
>> Y así fue como encontré al gran tesoro que fue tú madre - le dijo el hombre a su hijo, mientras posaba una delicada rosa roja sobre la tumba de su mujer en la playa - en este mismo lugar, con ese detector que tengo guindado en la sala de la casa, y aunque ella decía que el detector solo reaccionaba por los aretes de oro que llevaba puesto ese día, yo estoy seguro que no fue solo por eso.
Fin.