"No bebas" me susurró, al mismo tiempo que me besaba en la mejilla y me entregaba la copa dorada en mis manos. Yo, siguiendo su consejo, fingí beber y, susurrándole las mismas palabras mientras besaba su mejilla, le pasé la copa a la otra persona que tenía a mi lado.
Mínutos mas tarde, solo mi precedente y yo fuimos los únicos que quedamos de píe en el gran circulo de personas, porque todos los demás habían bebido de la copa dorada y habían caído muertos a nuestro lado.