El embarazó le había caído muy mal a la bruja: los vómitos, el aumento de peso, los cambios hormonales que jugaban con sus emociones...
Y para ella, al único al que se le podía culpar de su estado era el hombre que la embarazó, así que para vengarse, le echó una maldición y lo convirtió en un caballito de mar para que él pasara también por todo lo que ella estaba sufriendo.