De la nada, las nubes se tornaron grises y dos rayos cayeron sobre los ángeles que jugaban con la aureola del tercer ángel, quemándole las alas y enviándolos al infierno, donde sus blancas ropas se ensuciaron y fueron puestos a trabajar día tras día, hora tras hora, sin descansar, como esclavos de Satanás.
Fin.