Un día, sentado en el parque, vi a una rosa sin espinas, y todos los que pasaban por su lado se detenían para acariciarla, olerla, tocarla o jugar con ella, y antes de que cayera la noche, la rosa sin espinas ya estaba marchita, mientras que sus espinosas hermanas seguían intactas y más bellas que nunca.
FIN.
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