Seguí al Elefante Rosado porque me llevaría a donde estaban los dulces, luego de tres días de caminar, llegamos a un claro donde habían puros elefantes de chocolate, de caramelo, de arequipe y de todos los sabores que uno pudiera imaginarse, y yo estaba tan hambriento que, literalmente, me comí a un Elefante.
FIN.
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