1301 - La Lección del Charlatan.

Mientras veía como cubrían con tierra el ataúd de su mejor amigo, pensó que esa era todo y, en su tristeza por haberlo perdido, empezó a hablar sobre él sin medir sus palabras, así que en el pequeño discurso que dio reveló sin querer todo los secretos del difunto.

Luego, cuando cayó en cuenta de lo que había dicho, se sintió culpable y lo único que pudo tranquilizarlo era que ambos habían prometido guardar sus secretos hasta la muerte, así que se dijo que, como su mejor amigo ya estaba muerto, había cumplido su palabra.

Sin embargo, esa noche, mientras dormía plácidamente, un ruido muy fuerte lo despertó a las 3 de la mañana. La puerta se había abierto de un plomazo. Asustado, se sentó en la cama y, sintiendo un escalofrío, la sabana con la que estaba arropado salió volando por la ventana como si le hubieran dado un jalón, justo como solía despertarlo su amigo cuando estaba en vida.

- ¡Aaaaaah! -gritó, palideciendo-. ¡Lo siento! -se disculpó, llorando de miedo y de culpa, convencido de que su amigo había vuelto para vengarse por haber roto su promesa-. ¡De verdad! ¡Fue un accidente! ¡Recuerda que mi mayor problema siempre ha sido hablar de más!

De pronto, la puerta se cerró fuertemente haciendo un gran estruendo y reinó la calma de la noche nuevamente.

Desde entonces, comprendió que era hasta su muerte que tenía que guardar los secretos de sus amigos y no la de ellos.

Fin.

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