985 - "Esquizofrenia".

Cuando mi hermano mayor regresó a casa, después de pasar tres años encerrado en el manicomio, tenía mucho miedo de verlo y traté de evitarlo, pero el mismo día de su regreso, me tocó quedarme a solas con él, en el vestíbulo, mientras nuestro padre subía sus maletas.

- Eh... ¡Hola! -lo saludé.
- Me tienes miedo -dijo, seca y fríamente-. No deberías, tú eres mi hermanito, nunca sería capaz de hacerte nada malo -añadió, al ver que me había quedado callado y había bajado la cabeza.
- ¿Cómo estás? ¿Bien? -le pregunté tímidamente.
- Sí.
- Y... ¿Se fueron?
- ¿Quiénes?
- Las voces -respondí, dejándome llevar por mi curiosidad-, las que escuchabas en tu cabeza.
- No.
- Entonces, ¿cómo saliste?
- Actuando -me confesó, fríamente-. Pretendí estar bien. Llevo meses diciéndole a los doctores que ya no puedo escucharlas.
- Y los medicamentos, ¿los estás tomando?
- Todos los malditos días, a pesar de que no funcionan, no pierdo la esperanza de que algún día me hagan dejar de escuchar a este maldito demonio.
- ¿Todavía crees que estás poseído? -le pregunté, incrédulo.
- No lo creo -sentenció-. Estoy poseído. Tengo un demonio dentro mí que todos los días me susurra al oído que soy suyo y que nunca podré librarme de él.
Al escucharlo, palidecí y me quedé petrificado.
- ¿No me crees? ¡Préstame tu crucifijo!
- Toma.
- ¡Ah! -gritó mi hermano, soltando el crucifijo tan pronto lo tuvo en su mano-. ¡Mira!
- ¡Qué demonios! -proferí, al ver cómo su mano se había quemado y llenado de llagas en dónde el crucifijo había tocado su piel.
- ¡Shhh! ¡No le digas nada a papá! -me suplicó, apresurando las palabras, al escucharlo bajar por las escaleras-. O de lo contrario creerá que mi "esquizofrenia" volvió.

Fin.

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